LA PARTITURA DE BACH
Se acercó la jarra a los labios. La mirada se le quedó perdida a mitad de trago. Cuando estaba a punto de terminarse la cerveza, la necesidad de oxígeno -cual ballena jorobada tras un largo y profundo paseo submarino- le obligó a devolver la jarra a la mesa.
-A veces llevo mal no tener las cosas más claras…
Su compañía trataba infructuosamente de atraer la atención de un camarero.
-¿Qué cosas? -preguntó, mientras agitaba una mano de náufrago sediento al servicio mudo y ciego.
-No sé… -lo sabía mejor tres jarras antes; hizo remolinos en el aire con una mano- Las cosas de la vida… Quiero decir, sé cuáles son las ideas generales. Pero, a la hora de concretar, en el momento en que uno tiene que definirse y tomar ciertas decisiones… No sé, a veces creo que Dios nos dio una libertad demasiado grande y un libro de instrucciones demasiado pequeño…
El otro dejó de prestarle atención a los camareros. Se quedó mirando el vacío de su jarra.
-Una vez me salí de un concierto de Barenboim a la mitad de la actuación -dijo por fin.
-Y eso, ¿qué tiene que ver con lo que te estoy diciendo…?
-Fui con un amigo. A mi amigo no le gustó cómo estaba interpretando El clave bien temperado. Así que decidió irse en el descanso.
-Y tú… ¿te fuiste con él?
-Sí.
-¿Por qué?
-Llevo años haciéndome la misma pregunta… -reconoció- Supongo que me pilló por sorpresa. Por otro lado, no hubiese sido justo dejarle solo en un momento tan estúpido de su vida.
-¿Tan malo estaba siendo el concierto?
-No desde mi punto de vista. Después me invitó a cenar, a modo de compensación. Y en su casa me puso la versión de Gould: estaba especialmente enfadado por cómo Barenboim había tocado una nota en concreto.
-¿Una nota…? ¿Una simple nota…? -por alguna extraña conexión mental, la nota le hizo recordar la sed de su contertulio- ¡Camarero!
-Mi amigo tenía las cosas muy claras -dijo el otro, exageradamente serio.
Pedida una nueva ronda, volvió a la conversación.
-Pero las partituras de Bach apenas tienen anotaciones, se pueden interpretar de muchas maneras… He ahí la gracia, también…
-Exacto -dijo su compañero de mesa, con sonrisa burlona.
El otro hizo gesto de haber cogido el chiste y sonrió a su vez.
-Por la partitura de Bach -brindó.
-Por la partitura de Bach -respondió el otro.