IGNATIUS JACQUES
“Ignatius se incorporó y clavó el sable de plástico en el pecho del joven.
-Toma, carroña -gritó, hundiendo el sable en el jersey de cachemira. La punta del sable se rompió y cayó al suelo.
-Por Dios, hombre -gritó el joven-. Me romperás el jersey, loco.
[…] -Oh, nunca sospeché que fueses una persona tan divertida. Estuviste tan antipático en aquel bar pringoso y horrible.
-Mi personalidad tiene muchas facetas.
-Me asombras -el joven miró detenidamente el atuendo de Ignatius-. Pensar que te dejan andar suelto por ahí. En cierto modo, te respeto.
-Muchísimas gracias -el tono de Ignatius era suave, complacido-. La mayoría de los necios no entienden mi visión del mundo en absoluto.
-Me lo imagino, me lo imagino.
-Sospecho que bajo tu fachada ofensiva y vulgarmente afeminada, puede haber una especie de alma. ¿Has leído suficientemente a Boecio?
-¿A quién? Oh, Dios mío, no. Yo no leo siquiera los periódicos.
-Entonces, debes iniciar inmediatamente un programa de lecturas, para que puedas llegar a comprender las crisis de nuestra época -dijo solemnemente Ignatius-. Empezaremos con los últimos romanos, incluido Boecio, claro. Luego, profundizaremos extensamente en la Alta Edad Media. Podrás dejar a un lado el Renacimiento y la Ilustración. Todo eso es más que nada propaganda peligrosa. Ahora que lo pienso, será mejor que te saltes también a los románticos y a los victorianos. En cuanto al período contemporáneo, deberías estudiar algunos cómics seleccionados.
-Eres fantástico.
-Te recomiendo especialmente Batman, porque tiende a trascender la sociedad abismal en que se encuentra. Su moral es bastante rigurosa, además. Le respeto muchísimo.”
La conjura de los necios, de John Kennedy Toole; Anagrama, 1983; pgs. 236, 242. El 26 de marzo de 1969, a los 31 años de edad, Toole se suicidaba en su coche mediante intoxicación letal con monóxido de carbono, empalmando una manguera al tubo de escape; lo hizo en medio de un viaje de ida y vuelta a California, durante el cual intentó visitar Andalusia, la casa de su admirada Flannery O’Connor.